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viernes

Más de cien deportistas fallecen cada año en España por muerte súbita

El ejercicio físico intenso puede desencadenar un infarto de miocardio en personas que tienen enfermedades del corazón no detectadas

Tanto federados como aficionados deberían someterse a reconocimientos médicos específicos con asiduidad si van a practicar deporte intenso.




En España, cada año, unas 30.000 personas pueden sufrir un episodio de muerte súbita, que ocurre de manera inesperada por causa cardiaca en la primera hora desde que comienzan los síntomas. La práctica deportiva intensa es un factor que incrementa sensiblemente el riesgo de sufrirla.
«Entre los deportistas de nivel se estima que en nuestro país cada año se producen entre 100 y 120 fallecimientos por esta causa», afirma el doctor José Brugada, Académico Correspondiente Honorario de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) y director médico del Hospital Clínico de Barcelona, durante la sesión sobre ‘Muerte súbita en el deporte’, del Ciclo de Conferencias ‘Medicina y Deporte’.
El deporte a cualquier edad es beneficioso para prevenir muchas enfermedades y produce una serie de cambios positivos en nuestro organismo. No obstante, el doctor Brugada advierte de que tanto federados como aficionados «deberían someterse a reconocimientos médicos específicos con asiduidad si van a practicar deporte intenso. Realizar un examen médico algo más exhaustivo de forma anual es fundamental para saber si nuestro corazón está en perfecto estado para la práctica deportiva y descubrir anomalías, que puedan desembocar más tarde en una muerte súbita cardíaca».
¿Por qué se produce?
La muerte súbita se produce debido a una arritmia cardiaca llamada fibrilación ventricular, que hace que el corazón pierda su capacidad de contraerse de forma organizada, por lo que deja de latir.
La víctima de muerte súbita pierde en primer lugar el pulso, y en pocos segundos, también el conocimiento y la capacidad de respirar.
La patología cardiovascular es la causa más frecuente de muerte súbita. «En general la inmensa mayoría de pacientes que sufre una muerte súbita padece un problema cardiaco no detectado o algún tipo de alteración genética que les ha provocado una muerte súbita eléctrica. En estos pacientes la exploración del corazón no muestra que haya alteración estructural en el corazón, pero presentan una alteración genética que hace que el sistema eléctrico de su corazón esté alterado. En estos casos es importante realizar un estudio genético para develar posibles cardiopatías congénitas y detectar si hay otros familiares que hayan sufrido o puedan sufrir el mismo episodio», explica el experto.
Las cardiovasculares más frecuentes
En los últimos años se han identificado varias de las distintas enfermedades cardiovasculares que con mayor frecuencia son responsables de la muerte súbita de deportistas bien entrenados o de individuos jóvenes aparentemente sanos. Según detalla el doctor Brugada, algunas de ellas son la miocardiopatía aritmogénica, miocardiopatía hipertrófica, miocardiopatía dilatada, el síndrome de Brugada, la taquicardia ventricular catecolaminérgica polimórfica y el síndrome de QT largo.
Importancia de la desfibrilación precoz
Las personas que sufren una muerte súbita sin tratamiento inmediato fallecen en el 90-95 por ciento de las ocasiones. Según apunta el experto, «sólo hay un tratamiento efectivo para frenar la muerte súbita cardíaca y es la desfibrilación precoz».
Este procedimiento, que consiste en realizar una descarga eléctrica en el corazón, a través de unas palas o parches, con las que se pretende reiniciar la actividad eléctrica del corazón, «puede salvar muchas vidas», ya que su empleo aumenta las probabilidades de que un paciente se recupere de un episodio de muerte súbita.
En este sentido, este el doctor Brugada asegura que «aunque el abordaje cultural y legislativo es muy diferente en cada país, las instituciones competentes deberían establecer la normativa necesaria para llevar a cabo una resucitación cardiopulmonar rápida y eficaz. Esto supondría la difusión entre la población general de las maniobras de resucitación cardiopulmonar básica y la instalación de desfibriladores semiautomáticos en todos los lugares donde se concentran las actividades deportivas (polideportivos, gimnasios, campus universitarios, etc.)».
Perfil medio del paciente
Según explica el doctor José Brugada, Académico Correspondiente Honorario de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) y director médico del Hospital Clínico de Barcelona, estos son los rasgos más comunes:
–Tiene más de 45 años.
–No practica deporte con asiduidad.
–Fuma o ha fumado.
–Presenta otras comorbilidades como hipertensión e hipercolesterolemia, a lo que se añade que «no está en forma y decide empezar a hacer deporte de forma descontrolada, exigiendo a su corazón un esfuerzo enorme para el que no está preparado, por lo que el corazón puede responder con un infarto de miocardio».


domingo

Una molécula producida durante el ejercicio aumenta la salud del cerebro




Una molécula llamada irisina que se produce en el cerebro durante el ejercicio de resistencia parece tener efectos neuroprotectores, según un estudio que se publica en Cell Metabolism. Los autores del trabajo lograron aumentar artificialmente los niveles de irisina en la sangre para activar los genes que participan en el aprendizaje y la memoria, un hallazgo que puede ser útil para diseñar fármacos que usen esta molécula para proteger de enfermedades neurodegenerativas y mejorar la cognición en el envejecimiento de la población.

Aunque se sabe que el ejercicio puede mejorar la función cognitiva y disminuir los síntomas de las enfermedades neurológicas, como la depresión, derrames cerebrales y la enfermedad de Alzheimer, los mecanismos subyacentes a estos efectos no están claros. Se cree que un jugador importante es un factor de crecimiento llamado factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF).

A través de experimentos realizados en ratones, los autores investigadores del Cáncer Dana-Farber y de la Facultad de Medicina de Harvard, en Cambridge, (EE.UU.) dirigida por Bruce Spiegelman, encontraron que una molécula llamada FNDC5 y su producto derivado, irisina, se elevan por la práctica de ejercicio de resistencia en el cerebro y aumentan la expresión de BDNF. Por otro lado, los ratones genéticamente alterados para tener bajos niveles de irisina en el cerebro redujeron los niveles de BDNF.
Proteína
Además han visto que el aumento de los niveles de irisina en la circulación provocó que la molécula traspasara la barrera hematoencefálica, donde se aumentó la expresión de BDNF y se activaron los genes implicados en la cognición. «Nuestros resultados indican que FNDC5/irisina tiene la capacidad de controlar una vía neuroprotectora muy importante en el cerebro», dice Spiegelman. Los investigadores planean trabajar en el desarrollo de una forma estable de la proteína irisina que se pueda dar a los ratones por inyección y logre aumentar las vías de lucha contra la degeneración natural del cerebro.